Las enfermedades cardiovasculares (ECV) y el cáncer continúan siendo las principales causas de muerte a nivel mundial, representando el 32% y el 17% de los fallecimientos globales en 2019, respectivamente. Un factor común y modificable que contribuye a estas cifras es la baja actividad física (AF) y el comportamiento sedentario (CS), definido como cualquier comportamiento de vigilia caracterizado por un bajo gasto energético, como sentarse o estar recostado. La inactividad física —no cumplir con al menos 150 minutos semanales de AF moderada a vigorosa— se asocia a más de cinco millones de muertes prematuras cada año.
A pesar de las claras recomendaciones de organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), que desde 2020 promueve la actividad física de cualquier intensidad y desaconseja el sedentarismo prolongado, la mayoría de las personas no alcanza los niveles recomendados de movimiento. Estas pautas también destacan la importancia de combinar ejercicios aeróbicos con entrenamiento de fuerza, como estrategia clave para mejorar la salud poblacional.
La mayoría de las evidencias epidemiológicas que vinculan la AF con la salud se basan en estudios que cuantifican el tiempo total de actividad física (TPA) o la clasifican por intensidad: actividad física ligera (LPA), moderada a vigorosa (MVPA) o vigorosa (VPA). También se ha investigado el número de pasos diarios, el tiempo caminando, corriendo, el entrenamiento aeróbico y de fuerza, y el comportamiento sedentario, incluido el tiempo frente a la televisión.
Aunque existen revisiones sistemáticas previas que han encontrado una relación inversa entre niveles altos de AF y mortalidad por todas las causas, ECV o cáncer, aún faltaba una revisión integral —una umbrella review— que recopilara y analizara todas las formas de AF y CS con relación a la mortalidad, y que diferenciara entre métodos de medición (autoinforme vs dispositivos) y evaluara la credibilidad de la evidencia.
Por tanto, el objetivo de este estudio fue sintetizar y evaluar la calidad de los meta-análisis existentes que analizan la relación entre diversos dominios de la actividad física y el comportamiento sedentario, con la mortalidad por todas las causas, enfermedades cardiovasculares y cáncer, en poblaciones sanas.
Esta umbrella review, que incluye 48 metaanálisis observacionales publicados entre 2008 y 2023, confirma de forma consistente que la actividad física —en sus distintas formas— se asocia con una menor mortalidad por todas las causas, por enfermedades cardiovasculares y por cáncer. Por el contrario, los niveles altos de comportamiento sedentario se asocian con un mayor riesgo de mortalidad. No obstante, ninguna de las asociaciones alcanzó el nivel más alto de evidencia (“convincente”), lo que subraya la necesidad de más estudios prospectivos de alta calidad.
Entre las formas de AF evaluadas, aquellas medidas mediante dispositivos (como pasos diarios o acelerómetros) ofrecieron asociaciones más fuertes con la reducción de mortalidad que las medidas autoinformadas. Por ejemplo, caminar más pasos al día y realizar una combinación de entrenamiento aeróbico y de fuerza se asoció de forma significativa con una menor mortalidad por todas las causas.
Asimismo, el entrenamiento combinado (aeróbico más fuerza) fue el tipo de ejercicio que mostró mayor eficacia para reducir la mortalidad por ECV. Por su parte, el entrenamiento de fuerza mostró una asociación significativa con menor riesgo de mortalidad cardiovascular, pero no con la de cáncer ni con la de todas las causas cuando se evaluaba de forma aislada.
Otro hallazgo destacable fue que la edad moderaba la relación entre AF y mortalidad: los efectos protectores de la actividad física eran más fuertes en personas jóvenes que en mayores, lo cual podría reflejar tanto factores fisiológicos como metodológicos (por ejemplo, comorbilidades o errores en la medición en adultos mayores).
Por otro lado, la autodeclaración de tiempo dedicado a correr no se asoció significativamente con reducción de mortalidad por cáncer, ECV ni por todas las causas. Esto podría deberse a una sobreestimación del tiempo real de actividad en los estudios basados en autoinforme, o a la naturaleza del tipo de ejercicio (por ejemplo, frecuencia o intensidad no controladas).
Respecto al comportamiento sedentario, tanto las medidas autoinformadas como las obtenidas por dispositivos mostraron una relación positiva con mayor mortalidad, aunque la evidencia fue más débil en comparación con la de la actividad física. El tiempo frente a la televisión, un subdominio del CS, mostró asociaciones débiles o no significativas, lo que sugiere que no todos los tipos de sedentarismo tienen el mismo impacto, o que factores confusos como la alimentación simultánea o el uso de pantallas pueden influir.
En cuanto a la fuerza del cuerpo (masa muscular), sorprendentemente, la baja masa muscular no se asoció de manera significativa con la mortalidad, lo cual podría deberse a la dificultad para definir de forma estandarizada qué constituye una “masa muscular baja” o a diferencias entre los métodos de medición.
A nivel metodológico, muchos metaanálisis incluidos presentaban heterogeneidad alta (72% con I² > 50%), lo que limita la posibilidad de establecer conclusiones sólidas. Solo el 38% de las asociaciones tuvo intervalos de predicción que excluían el valor nulo, y un porcentaje menor mostró sesgos por estudios pequeños o exceso de significancia. Todo esto evidencia la necesidad de aplicar criterios más rigurosos y estandarizados en la investigación futura.
Los autores sugieren que los responsables de salud pública deben seguir promoviendo no solo el aumento de actividad física en general, sino también su diversificación (ejercicio aeróbico, de fuerza, caminar, reducir sedentarismo), especialmente en poblaciones de riesgo. Además, se enfatiza la necesidad de realizar estudios que evalúen intervenciones personalizadas y mediciones más precisas del comportamiento físico.
Finalmente, esta revisión respalda de manera sólida el papel protector de la actividad física regular —especialmente cuando se combina el entrenamiento aeróbico con el de fuerza— frente al riesgo de muerte prematura. Aunque ninguna asociación alcanzó el nivel “convincente” de evidencia, el cúmulo de datos sugiere que aumentar los niveles de AF y reducir el sedentarismo sigue siendo una de las estrategias más eficaces, accesibles y seguras para prolongar la vida y mejorar la salud pública.
Acceso libre al artículo original en: http://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2025/04/Associations-Between-Exercise-Training-Physical-Activity-Sedentary-Behaviour-and-Mortality.pdf
Referencia completa:
Rahmati M, Lee H, Lee H, Park J, Vithran DTA, Li Y, Kazemi A, Boyer L, Fond G, Smith L, Veronese N, Soysal P, Dragioti E, Cortese S, Kang J, Yon DK, Solmi M. Associations Between Exercise Training, Physical Activity, Sedentary Behaviour and Mortality: An Umbrella Review of Meta-Analyses. J Cachexia Sarcopenia Muscle. 2025 Apr;16(2):e13772. doi: 10.1002/jcsm.13772.