El cáncer de mama es el tipo de cáncer más común en mujeres, representando el 24.5% de los casos de cáncer en mujeres a nivel mundial. Según las estimaciones de GLOBOCAN en 2022, se diagnosticaron aproximadamente 2.3 millones de nuevos casos en todo el mundo, consolidándose como el cáncer más prevalente a nivel global. Además, sigue siendo la segunda causa principal de muerte relacionada con el cáncer en mujeres, con aproximadamente 685,000 muertes en 2020.
El tratamiento del cáncer de mama varía según el estadio y puede incluir quimioterapia, radioterapia, inmunoterapia y terapia hormonal. Si bien estos tratamientos han mejorado significativamente la supervivencia, también conllevan efectos adversos como fatiga, pérdida de masa muscular, alteraciones en la composición corporal y cambios metabólicos que afectan la calidad de vida de las pacientes. En este contexto, el ejercicio ha sido identificado como una intervención efectiva para mitigar estos efectos adversos.
La evidencia científica ha demostrado que la actividad física es segura y efectiva en pacientes con cáncer de mama, ayudando a mejorar la condición física, reducir la fatiga y mejorar la calidad de vida. Diferentes estudios han encontrado que la combinación de ejercicio aeróbico y de fuerza durante la quimioterapia mejora los niveles de energía y reduce los efectos secundarios del tratamiento. Además, el entrenamiento de fuerza ha mostrado beneficios en la recuperación de la masa muscular y la prevención del linfedema.
El Colegio Americano de Medicina del Deporte (ACSM) recomienda que las pacientes con cáncer de mama realicen ejercicio aeróbico entre 3 y 5 veces por semana, con una intensidad del 50-70% de la frecuencia cardíaca máxima, durante 20-60 minutos. También sugiere entrenamientos de fuerza 2-3 veces por semana, con 8-15 repeticiones por ejercicio. Sin embargo, aún existen brechas en la literatura sobre los efectos específicos del ejercicio en diferentes fases del tratamiento. Por ello, este estudio tiene como objetivo evaluar sistemáticamente los efectos de las intervenciones de ejercicio durante el tratamiento activo y en la fase posterior al tratamiento en pacientes con cáncer de mama.
Los resultados de esta revisión y metaanálisis refuerzan la evidencia de que las intervenciones de ejercicio tienen un impacto positivo en las pacientes con cáncer de mama tanto durante como después del tratamiento. La reducción de la fatiga fue uno de los hallazgos más significativos, con efectos positivos observados en ambas etapas. Sin embargo, los beneficios fueron más pronunciados en la fase posterior al tratamiento, donde se observaron mejoras significativas en la composición corporal y en biomarcadores metabólicos.
Fatiga
El ejercicio demostró reducir significativamente la fatiga en pacientes con cáncer de mama. Durante el tratamiento, el efecto fue modesto (d = -0.20), lo que indica que el ejercicio puede mitigar parcialmente el impacto de la fatiga inducida por la quimioterapia o la radioterapia. Sin embargo, en la fase posterior al tratamiento, el efecto fue mucho mayor (d = -1.11), lo que sugiere que el ejercicio desempeña un papel crucial en la recuperación a largo plazo. Esto respalda la recomendación de incluir programas de ejercicio como parte del seguimiento en la supervivencia del cáncer.
Composición corporal y aptitud física
Los cambios en la composición corporal fueron más evidentes después del tratamiento. Se observaron aumentos en la masa magra (d = 1.27) y reducciones en la masa grasa (d = -1.33), porcentaje de grasa corporal (d = -1.22) y circunferencia de cintura (d = -0.69). Estos hallazgos son especialmente relevantes, ya que la obesidad y el exceso de grasa corporal se han asociado con un mayor riesgo de recurrencia del cáncer de mama y peor pronóstico.
En términos de aptitud física, los pacientes que realizaron ejercicio durante y después del tratamiento mostraron mejoras en su capacidad aeróbica, fuerza muscular y movilidad general. Las intervenciones que combinaban ejercicio aeróbico y de fuerza fueron las más efectivas, destacando la importancia de programas de ejercicio personalizados que se adapten a la capacidad y necesidades de cada paciente.
Biomarcadores
El estudio también encontró mejoras en varios biomarcadores metabólicos después del tratamiento. Se observaron reducciones en la inflamación sistémica (medida por niveles de IL-6), mejor perfil lipídico (aumento del HDL y reducción del LDL) y mejor control glucémico. Además, la presión arterial sistólica y diastólica mostró una tendencia a la reducción, lo que indica beneficios cardiovasculares adicionales. Estos resultados son consistentes con investigaciones previas que sugieren que la actividad física puede modular la inflamación y mejorar los marcadores metabólicos en pacientes con cáncer.
Diferencias en la intensidad del ejercicio según la fase del tratamiento
Un hallazgo clave de este metaanálisis es que la intensidad del ejercicio debe adaptarse a la fase del tratamiento. Durante la quimioterapia o radioterapia, se recomienda ejercicio de baja a moderada intensidad para evitar el sobreesfuerzo y prevenir efectos adversos. En cambio, en la fase posterior al tratamiento, los ejercicios de moderada a alta intensidad parecen ser más efectivos para mejorar la composición corporal y los biomarcadores.
Implicaciones clínicas y futuras investigaciones
Los resultados de este estudio refuerzan la necesidad de integrar programas de ejercicio dentro del manejo clínico del cáncer de mama. Se recomienda que los profesionales de la salud promuevan la actividad física como una estrategia efectiva para reducir la fatiga, mejorar la composición corporal y optimizar la recuperación de las pacientes.
Para futuras investigaciones, se sugiere explorar con mayor detalle los mecanismos biológicos detrás de los efectos del ejercicio en el cáncer de mama, así como desarrollar protocolos personalizados que maximicen los beneficios en función del tipo de tratamiento y las características individuales de cada paciente.
Conclusión
Este metaanálisis proporciona evidencia sólida de que el ejercicio es una intervención segura y efectiva para pacientes con cáncer de mama, con beneficios significativos en la reducción de la fatiga, la mejora de la composición corporal y la optimización de biomarcadores metabólicos. La inclusión de programas de ejercicio personalizados en la atención clínica debería considerarse una estrategia clave para mejorar la calidad de vida y la recuperación de estas pacientes.
Acceso libre al artículo original en: http://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2025/03/The-effects-of-exercise-interventions-on-fatigue.pdf
Referencia completa:
Lee J, Hwang Y. The effects of exercise interventions on fatigue, body composition, physical fitness, and biomarkers in breast cancer patients during and after treatment: a systematic review and meta-analysis of randomized controlled trials. J Cancer Surviv. 2025 Mar 8. doi: 10.1007/s11764-025-01772-x.